En la encrucijada de muchas otras áreas de especialidad, esta actividad forma parte del diseño de un tren, un coche o un avión. Esta área consiste en dimensionar su estructura elemental, desarrollando piezas a base de diversos materiales. Estas piezas, que tienen características específicas según las necesidades, contribuyen, en general, a la creación de un esqueleto que es a la vez robusto, ligero y eficaz.

La estructura ferroviaria engloba todo lo relacionado con el armazón de un tren: su carrocería, que incluye un chasis, dos caras laterales y un techo, todo ello fabricado, por lo general, en acero o aluminio. En un automóvil, esta actividad se centra en el chasis en blanco, acompañado por el motor, los neumáticos, las puertas y los accesorios —principalmente de chapa, aluminio, plástico o materiales compuestos.

En el caso de un avión, la estructura incluye muchas áreas como la cabina, el fuselaje, las cajas del tren de aterrizaje y algunos elementos interiores; a menudo de metal, de materiales compuestos o soluciones híbridas. Por último, en los helicópteros, esta actividad abarca tanto el revestimiento interior como las piezas estructurales y las hélices, los depósitos, etc.

Sea cual sea el sector, para garantizar la operatividad de este esqueleto entran en juego multitud de conocimientos: el propio diseño de la estructura que integra las limitaciones estilísticas y funcionales, además de los cálculos para validar su resistencia y el perfeccionamiento. A continuación, viene la fase de industrialización y, por último, el montaje de las llamadas piezas estructurales, dando como resultado un producto cuasi-acabado, listo para ser equipado con diversos elementos de revestimiento interior y exterior.